Este último jueves fue 8 de octubre y -como desde hace mucho tiempo- en el Perú es un día feriado. Aunque mucha gente lo único que hace es esperar ese número en el calendario para programar viajes, comilonas, fiestas o resacas; me llamó la atención la esencia de nuestro 8 de octubre.

Como sabemos, el 8 de octubre (1879) recordamos el Combate de Angamos. Desde el colegio, gracias al curso de Historia del Perú, nos cuentan cómo fue que se desarrolló el citado combate.

El Combate de Angamos fue uno de los episodios resaltantes de la Guerra del Pacífico. Una guerra que dejó sinsabores desde su declaratoria y que pesa en las almas de las naciones chilena y peruana hasta nuestros días en forma de resentimiento. Sin embargo, me ocuparé de este tema en otro momento.

No voy a repetir ni copiar lo que dicen los libros de historia, pues para eso ustedes y yo hemos ido al colegio y durante tantos años nos han hecho memorizar nombres y fechas. Me limitaré a comentar el significado del Combate de Angamos.

El Combate de Angamos es una de nuestras fechas más tristes. En él perdimos a uno de nuestros más valientes y honorables peruanos. Miguel Grau Seminario y su gloriosa nave, el Huáscar, no merecen que recordemos el día en que sus luces se apagaron. ¿Por qué el feriado de Grau no recuerda su natalicio? En otros países (más orgullosos que nosotros), los feriados de los héroes nacionales pertenecen a los días de sus nacimientos.

En contraposición al 8 de octubre, un día fatuo en los corazones peruanos; por alguna extraña razón, se derogó -desde hace varios años- el día 9 de diciembre como día feriado. Recordemos que el 9 de diciembre de 1824 se llevó a cabo la Batalla de Ayacucho, la cual selló la independencia del Perú frente a la Corona Española. No obstante, el 9 de diciembre no es día feriado en Perú. Sólo Ayacucho celebra el feriado regional, como si la independencia y la sangre vertida en es batalla pertenecieran sólo a los ayacuchanos.

¿Cómo es que celebramos -pues no estamos tristes en esas fechas- los feriados que nos recuerdan nuestras pérdidas y, por el contrario, olvidamos y llegamos a ignorar las fechas que nos hacen sentir orgullosos?

¿Es que acaso los peruanos somos mazoquistas y nos gusta sentirnos tristes por nuestro pasado?

Sinceramente, no lo entiendo.

Katsumoto

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